viernes, 13 de junio de 2014

"Sale con fritas", uno de mis cuentos en "Soy Leyente"

Aquí les dejo el enlace a la revista "Soy Leyente", en la que participo con un cuento de mi autoría.

soy leyente nº16





SALE CON FRITAS

—¿Usted es la madre de Nahuel Ernesto Fernández?
—Nahuel Ernesto Fernández Gómez. Ya es hora de que se considere el apellido de la madre. Vine en cuanto me avisó. ¿Pasó algo?
— Mejor entremos a mi despacho. El chico está esperando.

—Ay hijo mío, ¡¿qué te hicieron?!
—Nada má, sólo fue un golpe.
—Verá, señora, como usted  sabrá nuestro centro es un lugar prestigioso, con años de excelencia educativa, por lo que no estamos dispuestos a aceptar conductas violentas como la de su hijo.
—¿Alguien me puede explicar qué pasó?
—Nada, má, no pasó nada.
—¿Por qué no le contás a tu mamá lo que hiciste?
—Empezaron ellos, má.
—¿¡Alguien me puede explicar qué carajo pasó!?
—Por favor, señora, tranquilícese y no levante la voz. Veo que los cambios de humor repentinos del chico son heredados.
—Perdón, necesito mi dosis. El homeópata me dijo que con dos cápsulas debajo de la lengua me iba a sentir mejor. Aguarde un segundo. Ahora sí. Disculpe. Entenderá que no entienda nada.
—¿Por qué no le seguís contando a tu mamá?
—Empezaron ellos, má. Fue por culpa de la vianda.
—¿Te la quisieron robar? ¿No es cierto?
—Verá, señora, no sólo me ofende a mí sino que lo hace a toda la institución cuando plantea, aunque sea como mera hipótesis, la posibilidad de un robo entre los alumnos.
—Entonces ¿qué pasó con la vianda?
—Mirá, má, la cosa arrancó el día de la tarta de zapallito.
—Me quedó excelente, mezcla de harina integral y soja, queso deslactosado y zapallito orgánico.
—Señora, ¿por qué no escucha a su hijo?
—¿Qué me está diciendo? ¿Que no lo escucho? Haga el favor de meterse en sus asuntos. No pienso tratar este tema si no es en presencia de la psicopedagoga.
—No se ofenda, no quise decir eso. Proseguí, dale, seguí contándole a tu mamá.
—La cosa empeoró el día de las croquetas de acelga.
—Mire, señora Directora, las hago con huevo de verdad, no con esos de pollo de laboratorio, que en vez de cáscara parece papel tissú. Abrís uno y te sale una yema que es una tristeza, no hay quien se la coma.
—Por favor, nene, seguí.
—Y cuando las barritas de granola…
—Caseritas, caseritas. La miel me la mandan a la dietética directamente del Bolsón. Cuando quiera, señora Directora, le traigo un catálogo del negocio. Por lo pronto, acá le dejo una tarjeta.
—Muy amable. Dejemos a Nahuel que continúe.
—El día de la milanesa de berenjena pensé que iba a zafar.
—Perdón, hijo mío, perdón. Se me acabó el pan rallado de centeno. Así que te diste cuenta.
—El problema no soy yo, má, son los otros.
—Verá, señora, si nuestra institución se ha convertido en un referente ha sido gracias a infundir ciertos valores, para nosotros básicos, como el respeto a la tradición.
—Pensaba que este era un colegio laico.
—Y  lo es. Pero hay algunos aspectos de nuestra cultura con los que los alumnos se sienten fuertemente identificados.
—Me cargan, má, me cargan.
—¡Ay, mi cielo! ¿Por que sos petiso?
—Señora, por la vianda. Lo cargan por la vianda.
—¡Lo que me faltaba! Esos niños mórbidos, rebosantes de toxinas, triglicéridos con patas, obesos en potencia, ofendiendo a mi Nahuel.  ¿Qué tipo de escuela es esta?
—Má, son mis amigos.
—Señora, comprendo que se sienta agredida. Desde el lugar que ocupo, le digo que discrepo con la forma en que nuestros alumnos tratan a su hijo, pero acuerdo con el fondo de la cuestión. Reproducen valores y creencias que les inculcamos desde que ingresan en el jardín maternal.
—Ay, mi Nahuel, ¿dónde te metí?
—Señora, no compartimos los hábitos alimenticios del chico. Además, están en discordancia con nuestros principales auspiciantes.
—¿Auspiciantes?
—Vamos, señora, ¿usted cree que una escuela de esta envergadura se sostiene con la cuota de los estudiantes? Hay todo un sistema detrás, del que nos sentimos orgullosos de pertenecer,  formando a las futuras generaciones.
—Má, yo también quiero un pancho.
—Oh, dios mío, que Sri Ganesha y Vishnú me perdonen, te metí en la boca del lobo. ¿En qué estaría pensando?
—Señora, además de perjudicarnos con el tema de la vianda, está lo de las agresiones.
—¿De qué me está hablando?
—Cinco de nuestros alumnos ingresaron en el hospital después de la pelea con su hijo.
—Nahuel Ernesto Fernández Gómez, ¿es eso cierto?
—Bueno, es que…
—¿Olvidaste las reglas del karate? ¿Olvidaste todo lo que te enseñé?
—Es que papá me dijo…
—¿Qué te dijo ése?
—Que si me seguían cargando, los cagase a trompadas.
—Ahora mismo te saco de este colegio.
Señora, la cuota del próximo mes se debitará automaticamente.
—Pero má…
—Ni má, ni mé, ni mí. Dale, agarrá la mochila y el tupperware. Y pará de tocarte la herida. Ay, dios mío, ¿en qué estaría pensando?  

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