sábado, 27 de septiembre de 2014

UN DIA EN EL OESTE

     Parece que en estos tiempos que corren, si no hay una fotografía o video que lo atestigüe, nada sucedió.  Pues aunque no tengo ninguna imagen —me consta que las hay, porque Natalia (y rima con bibliotecaria) estaba dale a sacar fotos—, ayer conté en el colegio Nuestra Señora de Luján, en Morón, y fue inolvidable.
         Durante la semana los alumnos y alumnas me habían hecho llegar a través de internet un montón de preguntas: que cómo había llegado a la narración oral, cuál había sido el mejor momento de mi vida, y otras muchas, cada una más difícil de responder que la anterior. Ante tanto interés, sospeché que las maestras les habían puesto como tarea investigar sobre mí. Me equivoqué. Al llegar a la escuela, Lili, la directora, me dijo que ellas no tenían nada que ver, que eran los propios chicos los que tenían ganas de saber más.
         La sala que habían dispuesto para que contara —la antigua capilla—, estaba empapelada con fotos mías, con algunos de mis cuentos impresos. ¡Y aún no me conocían! Junto a Lili salimos al patio y me fue mostrando la escuela. En una de las aulas de la planta baja, los alumnos de 4º ya estaban estampados contra la ventana saludándome. Evidentemente, conocían mi cara, “es Adrián Yeste, es Adrián Yeste”, decían. Y sí, era yo. Pero, ¿qué había hecho para ganarme tanto cariño? ¿El mero hecho de ir? ¿Tener un blog y una cuenta de facebook?
         Lili me mostró el colegio. No me deja de llamar la atención las escuelas de Buenos Aires. A diferencia de mi colegio en León, o de la mayoría de las escuelas en España, moles de una sola estructura sacadas del mismo patrón que los hospitales y las cárceles, a los colegios de acá a veces no se los reconoce desde la calle. Comenzaron siendo una casa a las que se les fueron añadiendo pedazos con el paso del tiempo. Las que más crecieron llegaron a ocupar una cuadra entera. Otras, la mayoría, son un rompecabezas que pieza por pieza se han ido armando, integrándose entre el resto de viviendas del barrio. Es el caso de Nuestra Señora de Luján.
         Lili me contó que la escuela comenzó siendo dos vagones de tren cuando aquello todavía era campo. Siendo ella alumna, su padre fue de los que ayudó a poner ladrillos. Ahora es la directora de una escuela hermosa, en la que la lectura y los cuentos tienen una papel primordial. Y si no, ¿por qué esos niños y niñas se arremolinaban en la puerta de la sala de profesores y me pedían autógrafos?
         Hubo que hacer un trato: yo les firmaba todos los autógrafos que quisieran, pero después de haber contado. “Imagínense que cuento, y no les gusta”, les dije. “¿Qué iban a hacer con mi autógrafo? ¿Romperlo? Primero me escuchan, y luego vemos”. Trato hecho.
         Hay días que uno cuenta y las palabras se tropiezan al ser pronunciadas, los gestos se chocan con ellas y se estorban, y al final el cuento sale, digno, bien, la gente escucha y aplaude, pero uno vuelve a casa con la sensación de haber cumplido un trámite, trabajo hecho, pero “hoy no pasó nada”. Por fortuna, esos días no son demasiados.
         En cambio, hay otros días en los que el primer rayo de sol te toca con la varita de la gracia, te esperan en una escuela con los brazos abiertos, y el verbo fluye, el gesto acompaña, y las historias van saliendo con la misma naturalidad con la que son escuchadas. Y de a poco se va tejiendo una red entre el que cuenta y el que escucha que nos cobija, nos ampara de todo lo que está afuera, y lo que queda adentro es un entramado de palabras, silencios, una respiración común, algo colectivo, poderosísimo, que me hace volver a casa agradecido por haber encontrado este oficio que me permite vivir momentos como el que pasé en esta escuela.
         Contar en un colegio es como encender un fuego en mitad del campo. Algunas veces llegas al lugar y te encuentras con cuatro palitos mojados, no hay papel, te olvidaste los fósforos en casa y tienes que hacer chispa entrechocando dos piedras. Al final, el fuego se prende, pero te llevó un trabajo…  Otras veces llegas y te esperan con un atado de leña seca, papel de diario, te ofrecen una caja de fósforos, un encendedor y por si no funciona, tienen un soplete de emergencia. En este caso, el fuego se enciende a la primera.
         Cuando la escuela incentiva la lectura, la familia acompaña y apoya ese proceso, la biblioteca es un lugar donde los chicos desean ir y no la sala de los castigos, los narradores llegamos y el fuego se enciende a la primera. Y cuando el fuego ya está encendido solo queda sentarse alrededor y escuchar.
         Ayer, en el Nuestra Señora de Luján, se armó el fogón.
         ¡Gracias a los que lo hicisteis posible!
              

domingo, 7 de septiembre de 2014

"El HOMBRE SOLTERO Y EL ZORZAL", UNO DE MIS CUENTOS


            El hombre soltero alquilaba un ph al fondo con patio, un limonero del que dejaba caer los limones y que se pudrieran en el piso, y una parrilla que jamás había usado.
            Trabajaba en un call center en el turno de la tarde. Era telefonista del sector reclamos, donde lo mantenían gracias a la paciencia y al estoicismo con que soportaba los insultos de los clientes. Llegaba a su casa entrada la madrugada después de tomar una  grapa en el bar.
            Su vida transcurría con normalidad hasta que una mañana, muy temprano, un zorzal empezó a picotear la ventana del dormitorio. El hombre soltero se despertó, se cubrió hasta la cabeza con las sábanas color beige que le había regalado la madre para el último cumpleaños, pero no se volvió a dormir. Esto se repitió tres días seguidos.
            La noche del tercer día, mientras tomaba la grapa en el bar, uno de los parroquianos, que podía contar batalla tras batalla hasta que el mozo bajara la persiana, le preguntó:
            —¿Qué te pasa que parecés cansado?
            El hombre soltero le contó la historia del zorzal.
            —Pero eso se arregla fácil —le dijo el amigo charlatán agarrándolo del hombro—. Cuando era niño iba a cazar pájaros. Mañana, a primera hora, me voy para tu casa con la gomera. La guardo como si fuera de oro.
            El zorzal y el amigo charlatán fueron puntuales. En cuanto el pájaro empezó a picotear la ventana, el amigo sacó una piedra del bolsillo, armó el brazo y disparó, con tan mala suerte que le erró y rompió el vidrio.
            —Seguro que lo asusté y no vuelve por acá —dijo antes de irse.
            Esa noche el hombre soltero no pudo dormir. El chiflete que entraba por la ventana  era tal que ni la sábana beige, ni la frazada que la madre le había regalado por Navidad lo hizo entrar en calor. Ciertamente, el zorzal no apareció por la casa al amanecer.
            Transcurrida la jornada, a la noche, en el bar, el amigo charlatán le vio cara de cansado, pero prefirió no preguntar, por si la conversación derivaba en que tenía que pagar el vidrio roto.
            Al día siguiente el hombre soltero pidió permiso para no ir al trabajo, y así poder estar en la casa para que le colocaran el vidrio nuevo.
            El vidriero le preguntó qué había sucedido, y el hombre soltero le contó la historia del zorzal.
            El vidriero, un hombre de buenos propósitos y mejor corazón, lo reprendió por haber disparado y le aconsejó:
            —Si un pájaro viene a picotear a su ventana es señal de buena suerte. Le recomiendo que lo deje en paz y que se vaya a dormir al living.
            El hombre soltero, previendo que con el vidrio puesto el zorzal volvería, trató de dormir en el sofá. Pero le fue imposible porque era incómodo. Desde ahí escuchó el ruido del zorzal en la ventana de la pieza. Estaba de vuelta.
            A la tarde, en el tren que tomaba para ir al trabajo, se quedó dormido y despertó al final del trayecto. Un mendigo le vio sobresaltado y perdido, así que le preguntó qué le había pasado. El hombre soltero le contó la historia del zorzal.
            —Eso se arregla fácil —le dijo el mendigo—. Lo que tiene ese pájaro es hambre. Póngale unas migas de pan en la ventana y no volverá a molestarlo.
            El hombre soltero tomó el tren de vuelta y llegó muy tarde al trabajo. Después de la grapa regresó a la casa, colocó un plato con migas de pan en el alféizar y se acostó. Con los primeros rayos del sol, lo despertó el zorzal. Por supuesto, se había comido todas las migas, pero seguía golpeando la ventana.
            Aquel día el hombre soltero llegó puntual al trabajo, pero se durmió en el cuarto de baño. Lo despidieron. Cuando fue a la oficina de personal, la empleada, una mujer coleccionista de las tarjetitas que venden en el tren en el que un osito le dice a un perrito que le va a amar el resto de la vida, le preguntó:
            —¿Y qué va a hacer ahora?
            El hombre soltero miró el reloj:
            —Voy al bar.
            —No, le preguntaba que qué va a hacer con su vida.
            —Ahhh… No sé. Por lo pronto espero dormir esta noche.
            —¿Dormir? —le preguntó ella—. Se conforma con poco. Hay que ser más ambicioso. —Despreciaba a los hombres que pasaban por la oficina pisoteados, humillados, reducidos a un huevo revuelto en el que no se distingue la yema de la clara. Pero aquella actitud humilde, despreocupada, la enterneció—. ¿Queda muy lejos ese bar?
            Salieron juntos. Para sorpresa del amigo charlatán, que aprovechó para contarle al mozo de una novia que tuvo a los diecisiete años, el hombre soltero se sentó en una mesa aparte con la coleccionista de tarjetitas. Allí le contó la historia del zorzal.
            Ella no se atrevió a decirle que nada es casual, que el pájaro había aparecido en sus vidas para que se conocieran. Él se sentía tan cansado que tampoco se atrevió a invitarla a su casa. Ella se adelantó:
            —Me encantaría conocer al famoso pajarito.

            Con las primeras luces del día, el zorzal picoteó la ventana.
            La coleccionista y el hombre soltero despertaron.
            —¡Es él! —exclamó ella—. Qué hermoso. Picotea en la ventana porque ve como nos estamos amando y quiere entrar con nosotros.
            Al rato, tocaron al timbre. El hombre soltero se puso los pantalones, se pasó las manos por el pelo y salió a abrir. Un hombre con chaleco a cuadros, un sombrero con una pluma de pato y sonrisa de vendedor de biblias, se presentó:
            —Buenos días. En el bar me comentaron que tenía problemas con un pájaro. Soy del Club de Ornitología Amigos del Plata. Lo puedo ayudar.
            El hombre soltero le contó la historia del zorzal.
            —Eso se arregla fácil —dijo el ornitólogo—. El pájaro ve su propio reflejo en el cristal y lucha contra “ese otro” para arrebatarle el territorio. 
            La voz de la coleccionista lo interrumpió. Enrollada en la sábana beige, los hombros descubiertos y el pelo alborotado, estaba asomada en el umbral del ph. Gritó a través del pasillo:
            —¿Estás bien? ¿Por qué no volvés a la cama?
            —Ahí voy —contestó el hombre soltero. Se dirigió al ornitólogo—: Continúe.
            —Lo solucionaría colocando en el vidrio la pegatina de un pájaro más grande que él —sentenció el ornitólogo.
            El hombre soltero le dio las gracias, cerró la puerta y regresó a la cama.
—¿Quién era? —preguntó la coleccionista.
            —Un ornitólogo.
            —¿Por qué molesta tan temprano?
            —Me explicaba que en realidad el zorzal picotea en la ventana porque ve… —El hombre soltero rozó la pierna de ella, suave, recién depilada—. Porque ve… —Inspiró y un olor a shampoo de frutas del bosque lo emborrachó más que una botella entera de grapa—. El zorzal picotea en la ventana porque ve como nos estamos amando y quiere entrar con nosotros.    
            —Te lo dije —concluyó la coleccionista, que antes de enredarse en los brazos de él le prometió que le iba a regalar unas sábanas nuevas y le juró que, cuando llegase la temporada, haría un dulce para chuparse los dedos, con los limones del patio.




"El hombre soltero y el zorzal" está incuído en la revista de narración ora "Soy Leyente". Aquí les dejo el enlace para que la puedan leer completa.

viernes, 29 de agosto de 2014

FESTIVAL "PALABRA MÍA"; ALLÁ VAMOS

Septiembre llega con un festival debajo del brazo. ¡Y qué festival! "Palabra Mía" arranca en el Chaco, y recorrerá muchas de las provincias argentinas. Estaré participando en el Chaco, Corrientes, Misiones, Buenos Aires, Tucumán y Jujuy.
Hasta mediados de octubre viviré de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, junto a colegas de Cuba, Colombia, Brasil, Bolivia, España... Un puñado de cuenteros arriba del bus. 
Que no tengan miedo las palabras, que no se escondan de nosotros. Es cierto lo que se dice por ahí, que somos capaces de llevárnoslas y tiempo después las devolvemos irreconocibles, estrujadas, exprimidas hasta la última gota. Pero no sufran por ellas. Con el paso de los días van retornando a su estado original, felices de formar parte de algo más grande, por ahí un cuento, una historia que nos permita pasar un buen rato juntos.


jueves, 21 de agosto de 2014

CUENTOS EN ESCUELAS

Continúo con las contadas en jardines y escuelas.
En la escuela EP39 de Morón, Buenos Aires, Gastón, un niño de unos ocho años, camiseta de la selección argentina, bastante más grande que sus compañeros de grado, me preguntó antes de empezar si iba a contar una historia de Rambo, que eran las que más le gustaban.
-Y, de Rambo no tengo -le dije casi disculpándome. No le mentí. No he visto ninguna de las películas-. Además, esas las pasan por la tele.
Cuando terminé de contar, después de haber hecho desfilar por la imaginación de los chicos a unos cuantos héroes -de los de cuento, esos que están hechos a golpe de palabra, memoria, y siglos de haber pasado de boca en boca-, Gastón se me acercó.
-Ché -me dijo como si me conociera de toda la vida-, estuvieron buenas las historias
-¿Viste? -contesté-. Otro día que vuelva, me aprendo una de Rambo y se la cuento.
-No, dejá -respondió-. Esas ya las pasan por la tele.
Había sonado el timbre, y lo que minutos antes era una ronda donde se escuchaban cuentos, se transformó en un comedor en el que humeaba el guiso de lentejas.
Invierno en la provincia de Buenos Aires. Continúo contando en jardines y escuelas.






domingo, 20 de julio de 2014

CONTANDO EN EL FESTIVAL INFANTIL DEL CHACO

Al igual que el año pasado, estas vacaciones de invierno voy a participar en el "5º Festival Infantil de Teatro, Títeres y Narración Oral" en el Chaco. 
Junto a Darwin Caballero estaremos contando en Las Breñas, Saénz Peña y Corzuela.
Allá en el 2007, cuando recorría la Argentina con la mochila, me tomé un micro en Saénz Peña dirección a Castelli, también en la provincia del Chaco. Recuerdo que en los asientos delante del mío, iba un niño de unos seis años con la abuela, que me contaba que en el patio de su casa había una pileta con un yacaré. Por el aspecto de ambos, no eran unos excéntricos millonarios que, cansados del loro amazónico y el conejo de Indias, compraron un cocodrilo para mostrárselo a las amigas del club a la hora del té. 
La abuela no se molestó en desmentir la afirmación del nieto, así que al llegar a Castelli acepté la invitación del pibe y fui hasta la casa de la familia, donde me mostraron la pileta, una especie de tanque al nivel del piso donde se acumulaba la poca agua de lluvia que caía. Un rato después, salió el yacaré para solearse.
-Cuando mis abuelos se mudaron -me dijo el niño-, él ya vivía acá.  
Mi amiga Amaray, la chaqueña, me dice que el Chaco entero es un Macondo en potencia, que solo hay que tomarse el tiempo para descubrirlo y ser capaz de contarlo.
Espero que las historias que Darwin -colombiano, digno heredero de Macondo- y yo les llevamos, estén a la altura de las suyas propias.
¡Felices vacaciones! (Para quien las tenga)


lunes, 30 de junio de 2014

Esta semana "CONFESIONES DE BAR" y "HERENCIAS"

Se viene una semana con doble función:

Jueves 3 de julio, "CONFESIONES DE BAR" junto a Tuti Sivila, cuentos y cantos. Otra mirada sobre el bien y el mal.




Viernes 4 julio, "HERENCIAS".

Los invito a que me acompañen a León. Allí nos subiremos al coche y nos iremos de vacaciones a Barcelona con toda la familia. En el casette suena una cinta de Serrat; quién sabe adónde nos llevarán las canciones y los recuerdos.



martes, 24 de junio de 2014

"Nostalgia", el video de uno de mis cuentos


"Nostalgia" es uno de mis cuentos. Lo presenté en la "14º Encuentro Internacional de Narración Oral - Feria del Libro de Buenos Aires".  Nació en León hace unos añitos en una tarde de domingo y con el paso del tiempo fue creciendo hasta convertirse en esto:

domingo, 22 de junio de 2014

Próximas fechas "CONFESIONES DE BAR"




  • Sábado 28 de junio, 20:00. Espacio "Entre Casa", Flores, C.A.B.A. Solo con reservas a class3803@gmail.com. Bono Contribución 50$.
  • Jueves 3 de julio, 21:00. "Teatro de la Media Legua", Aristóbulo del Valle 185, Martínez. Bono contribución 50$. 


viernes, 13 de junio de 2014

"Sale con fritas", uno de mis cuentos en "Soy Leyente"

Aquí les dejo el enlace a la revista "Soy Leyente", en la que participo con un cuento de mi autoría.

soy leyente nº16





SALE CON FRITAS

—¿Usted es la madre de Nahuel Ernesto Fernández?
—Nahuel Ernesto Fernández Gómez. Ya es hora de que se considere el apellido de la madre. Vine en cuanto me avisó. ¿Pasó algo?
— Mejor entremos a mi despacho. El chico está esperando.

—Ay hijo mío, ¡¿qué te hicieron?!
—Nada má, sólo fue un golpe.
—Verá, señora, como usted  sabrá nuestro centro es un lugar prestigioso, con años de excelencia educativa, por lo que no estamos dispuestos a aceptar conductas violentas como la de su hijo.
—¿Alguien me puede explicar qué pasó?
—Nada, má, no pasó nada.
—¿Por qué no le contás a tu mamá lo que hiciste?
—Empezaron ellos, má.
—¿¡Alguien me puede explicar qué carajo pasó!?
—Por favor, señora, tranquilícese y no levante la voz. Veo que los cambios de humor repentinos del chico son heredados.
—Perdón, necesito mi dosis. El homeópata me dijo que con dos cápsulas debajo de la lengua me iba a sentir mejor. Aguarde un segundo. Ahora sí. Disculpe. Entenderá que no entienda nada.
—¿Por qué no le seguís contando a tu mamá?
—Empezaron ellos, má. Fue por culpa de la vianda.
—¿Te la quisieron robar? ¿No es cierto?
—Verá, señora, no sólo me ofende a mí sino que lo hace a toda la institución cuando plantea, aunque sea como mera hipótesis, la posibilidad de un robo entre los alumnos.
—Entonces ¿qué pasó con la vianda?
—Mirá, má, la cosa arrancó el día de la tarta de zapallito.
—Me quedó excelente, mezcla de harina integral y soja, queso deslactosado y zapallito orgánico.
—Señora, ¿por qué no escucha a su hijo?
—¿Qué me está diciendo? ¿Que no lo escucho? Haga el favor de meterse en sus asuntos. No pienso tratar este tema si no es en presencia de la psicopedagoga.
—No se ofenda, no quise decir eso. Proseguí, dale, seguí contándole a tu mamá.
—La cosa empeoró el día de las croquetas de acelga.
—Mire, señora Directora, las hago con huevo de verdad, no con esos de pollo de laboratorio, que en vez de cáscara parece papel tissú. Abrís uno y te sale una yema que es una tristeza, no hay quien se la coma.
—Por favor, nene, seguí.
—Y cuando las barritas de granola…
—Caseritas, caseritas. La miel me la mandan a la dietética directamente del Bolsón. Cuando quiera, señora Directora, le traigo un catálogo del negocio. Por lo pronto, acá le dejo una tarjeta.
—Muy amable. Dejemos a Nahuel que continúe.
—El día de la milanesa de berenjena pensé que iba a zafar.
—Perdón, hijo mío, perdón. Se me acabó el pan rallado de centeno. Así que te diste cuenta.
—El problema no soy yo, má, son los otros.
—Verá, señora, si nuestra institución se ha convertido en un referente ha sido gracias a infundir ciertos valores, para nosotros básicos, como el respeto a la tradición.
—Pensaba que este era un colegio laico.
—Y  lo es. Pero hay algunos aspectos de nuestra cultura con los que los alumnos se sienten fuertemente identificados.
—Me cargan, má, me cargan.
—¡Ay, mi cielo! ¿Por que sos petiso?
—Señora, por la vianda. Lo cargan por la vianda.
—¡Lo que me faltaba! Esos niños mórbidos, rebosantes de toxinas, triglicéridos con patas, obesos en potencia, ofendiendo a mi Nahuel.  ¿Qué tipo de escuela es esta?
—Má, son mis amigos.
—Señora, comprendo que se sienta agredida. Desde el lugar que ocupo, le digo que discrepo con la forma en que nuestros alumnos tratan a su hijo, pero acuerdo con el fondo de la cuestión. Reproducen valores y creencias que les inculcamos desde que ingresan en el jardín maternal.
—Ay, mi Nahuel, ¿dónde te metí?
—Señora, no compartimos los hábitos alimenticios del chico. Además, están en discordancia con nuestros principales auspiciantes.
—¿Auspiciantes?
—Vamos, señora, ¿usted cree que una escuela de esta envergadura se sostiene con la cuota de los estudiantes? Hay todo un sistema detrás, del que nos sentimos orgullosos de pertenecer,  formando a las futuras generaciones.
—Má, yo también quiero un pancho.
—Oh, dios mío, que Sri Ganesha y Vishnú me perdonen, te metí en la boca del lobo. ¿En qué estaría pensando?
—Señora, además de perjudicarnos con el tema de la vianda, está lo de las agresiones.
—¿De qué me está hablando?
—Cinco de nuestros alumnos ingresaron en el hospital después de la pelea con su hijo.
—Nahuel Ernesto Fernández Gómez, ¿es eso cierto?
—Bueno, es que…
—¿Olvidaste las reglas del karate? ¿Olvidaste todo lo que te enseñé?
—Es que papá me dijo…
—¿Qué te dijo ése?
—Que si me seguían cargando, los cagase a trompadas.
—Ahora mismo te saco de este colegio.
Señora, la cuota del próximo mes se debitará automaticamente.
—Pero má…
—Ni má, ni mé, ni mí. Dale, agarrá la mochila y el tupperware. Y pará de tocarte la herida. Ay, dios mío, ¿en qué estaría pensando?  

martes, 3 de junio de 2014

"CONFESIONES DE BAR" en San Fernando

Próxima función de "CONFESIONES DE BAR" : Sábado 7 de junio, 21:30. A la Gorra. San Fernando. Dirección por Inbox al mail adrianyestecuenta@gmail.com

CONFESIONES DE BAR 

"Dios y el diablo están en una situación límite. Café mediante, intentarán llegar a un acuerdo que les permita recobrar la normalidad en sus vidas. Algunos cuentos y cantos tratarán de ayudarlos."

Intérpretes: Tuti Sivila y Adrián Yeste


viernes, 30 de mayo de 2014

Mis cuentos en "Soy Leyente"

"Soy Leyente" es una revista que tiene por tema principal la narración oral. Está dirigida por Lucía Blomberg. Participo en la revista publicando un cuento de mi autoría. Aquí tienen los enlaces. 


viernes, 23 de mayo de 2014

Función infantil junto a Pía Córdova


El sábado 31 de mayo, junto a Pía Córdova, estaremos contando para el público infantil. "Separaunidos por el mar", una venezolana y un español con los cuentos que nos dejó la marea.

Funciones infantiles:

Funciones infantiles:


“Rompecabezas de cuentos”

Estoy lleno de historias que me están rompiendo la cabeza. Tengo historias de la China, cuentos de reinos fantásticos, historias de animales, cuentos de África, historias de acá y de allá. Cuentos de todos los colores y para todos los gustos. Estoy lleno de miedo, aventuras, intriga y amores. Hay mil protagonistas: niños, ogros, barriletes, princesas, castillos, pelotas, brujas, elefantes, diablitos... No paran de moverse, todos quieren salir y ser contados. ¡Paren un poco, me están rompiendo la cabeza! No hay aspirina en el mundo que me solucione este problema. Sólo hay un remedio: contar sus cuentos. Dejar que salgan y armar este verdadero rompecabezas de cuentos.

“¿Miedo? ¿Yo? No”

El que diga que nunca sintió miedo que levante la mano. No veo ninguna. Sigan con los brazos abajo, es la mejor forma de escuchar estos cuentos. Algunos, quizás, te harán temblar; otros, llevarte la mano a la boca; los habrá que te obliguen a mirar al miedo a los ojos y, por qué no, a reirte de él. Cuando lleguemos al final, preguntaremos: ¿falta alguien? Estamos todos.




Funciones:

Funciones:

“¿Por qué?”

¿Por qué cuentas cuentos? ¿Por qué me quieres? Como no tenía las respuestas, me fui de viaje a buscarlas. Como tampoco las encontré, me sirvo de las historias que fui juntando para ver si de este modo, puedo contestar.
Una función de cuentos propios para iluminar preguntas de difícil respuesta.

“Herencias”

Unas vacaciones con los padres, un coche, una cinta de Joan Manuel Serrat, Barcelona, el mar. Las canciones del “Nano” son disparadores de recuerdos que nos iran mostrando los entresijos de una familia, quizás parecida a la tuya.

“Retiro ida y vuelta”

Hay tantos personajes en los trenes de Buenos Aires que en estos cuentos no entran todos. Eso sí, los que aparecen te invitarán a subir a sus historias, te cederán el asiento y te desearán un buen viaje.

“Cuando yo era chaval”

Cuando yo era chaval tenía una pelota de basket, una cesta en el patio junto al bar de mis padres, un amigo mayor, un par de ídolos y la esperanza de crecer para ser como ellos.

La memoria es una pelota que rueda y vuelve a mis manos para ser contada.



Dicen las malas lenguas..

Dicen las malas lenguas..

Se cuenta que el joven Adrián Yeste tenía tiempo por delante, una mochila y una libreta roja, obsequio de una marca de whyky  que se trajo desde el bar de sus padres en León, España. Durante su viaje por Sudamérica anotó en ella lo que no quería olvidar. Anotaciones que, como el mismo relieve del continente, se iban transformando hasta tomar aspecto de relato.

Una noche, en una habitación compartida de una pensión barata en Cuzco, Perú, soñó algo que le hizo saltar de la cama, abrigarse y salir a caminar por la ciudad. ¿Contar cuentos? No podía ser. ¿Contar cuentos? Era lo último que hubiese imaginado para su vida. Se vio delante de gente narrando lo que su libreta roja guardaba. Pero, a diferencia de los otros sueños, cuando volaba de un edificio al siguiente, o cuando se perdía en un aeropuerto, ¿por qué ése le mantenía agitado, caminando sin rumbo en una ciudad desconocida, sin poder sacárselo de la cabeza?

Le pareció que lo más sensato era probar. Consideró que contar un cuento era menos peligroso que saltar de un edificio a otro o dar vueltas sobre sí mismo en una terminal internacional. Ingenuo. Y probó.
Dicen que desde ese día hasta hoy cuenta historias.

Tal vez se lo encuentren narrando en una escuela, biblioteca, en un teatro o en el banco de una plaza. Si lo ven, si lo escuchan, se demostraría una vez más que lo sueños se hacen realidad. Ojalá que cuando se lo crucen, no esté contando en una terminal de aeropuerto de la que es cautivo.

Quién soy

Quién soy

Soy un narrador de historias.

Cuento para todos los públicos.

Cuento para el público infantil, momento en el que apenas se necesita algún adulto que nos devuelva a la tierra si es que nos fuimos muy lejos. Cuento para el público familiar, cuando padres, madres, hijos, abuelas, el perro, las gallinas y algún primo que llegó de lejos se reúnen para escuchar y compartir un rato juntos. Cuento para adultos, en esas horas en que los más pequeños ya llevan un rato dormidos.


Cuento historias que viví y que recuerdo en presencia de los que las quieran oír. Cuento historias que imaginé y las traigo a un espacio común, el de la palabra hablada, para que las podamos disfrutar de viva voz. 

Algunas veces, no todas, esas historias las escribo y se dejan leer. En ocasiones me sirvo de cuentos de otros autores  o historias de tradición oral.